julio 09, 2006

Artículo de Antenor Orrego por Mariano Alcántara

AÑO I Nº 3 Trujillo – Perú Segunda Quincena / Octubre 1994

HOMENAJE A ANTENOR ORREGO:
SU PENSAMIENTO Y SU VIVA LETRA


Por: Mariano Alcántara La Torre.


Razones vinculadas a la vida y obra de intelectuales pertenecientes a un movimiento cultural que tuvo el acierto de señalar el nuevo rumbo de la historia y la cultura peruana, me han puesto en el trance de aceptar, por segunda vez, la difícil tarea de columbrar la imagen de un hombre de un recio espíritu, cuyo pensamiento ha sido, es y seguirás siendo signo esclarecedor del dolor y la tragedia social de nuestro pueblo. Ese hombre tiene un luminoso nombre: Se llama ANTENOR ORREGO.
Permítaseme aplicar a favor de esta nueva aventura mía, lo que dije hace 10 años en torno a otro legítimo valor de la historia cultural de Trujillo. Aquel otro hombre tiene un nombre: Se llama José Eulogio Garrido.-En aquella apremiante ocasión dije que no era fácil señalar, en un país como el nuestro,- de poquísimas disciplinas intelectuales-, la presencia de un escritor perteneciente a una generación cuyos rasgos nada comunes, planteara la tesis revolucionaria de una cultura que fuera expresión de lo nuestro, vale decir, de una cultura que sincronizara aspiraciones legítimas de una bien entendida peruanidad...
Para precisar la estatura mental del notable escritor y pensador que fue Antenor Orrego, no bastaría relacionarlo únicamente con su vocación de artista, cuya pluma buscó la perspectiva dialéctica de una nueva realidad.- dentro de este contexto de su fulgurante pensamiento, la vida y obra de este peruano pensador, de hecho exige un estudio cultural a través de su pensamiento y la ubicación histórica que le tocó vivir.- Hacer un estudio político de los postulados de sus geniales ideas abiertas al compromiso irrevocable del pensamiento ¿De quiénes me pregunto? Necesariamente del pueblo y de las nuevas generaciones cuyas aspiraciones en esta hora de contradicciones antihistóricas, en la obra de Orrego, deberán encontrar los fundamentos cruciales de todos los desgarramientos antidialécticos que aflige al país.
Pero esta penosa realidad lo tiene que analizar los críticos en función de la historia.- yo únicamente les traigo una breve visión del esteta que para mi fue Antenor Orrego.- Este notable escritor no meditó, ni poco ni mucho, la obsesiva necesidad que tuvo de ser un testigo antes que un complaciente narrador.- entendió que la palabra hay que conquistarla y sufrirla.- Que: “escribir, como la vida misma, en un viaje de descubrimiento, una aventura de carácter metafísico, una manera de aproximación indirecta de la vida, de adquisición total del universo”.- De ninguna manera parcial.- Entendió que el hombre es una integridad y no, como ahora, una colección de miembros arrancados.- que la poesía y el pensamiento constituían una sola y misma manifestación del espíritu.
Supo que la magia de las palabras rituales hasta la representación de los destinos humanos, pasan por las invocaciones y las plegarias y que la poesía es el arte que penetra en las expresiones del ser humano. Con seguridad inclaudicante señaló que la primera filosofía, la primigenia indagación del cosmos, aquella aurora del conocimiento que se manifiesta en los pensadores anteriores a Sócrates, ¿Qué es sino una bella y profunda expresión de la actividad poética?
A lo largo de su vida de escritor, su labor de meditación activa fue un proceso de racionalización, de abstracción y disgregación del hombre hasta llegar desarticulado a esta sociedad tecnolátrica en que catastróficamente no queda nada de la unidad originaria del hombre.
Contra esta peligrosa deshumanización, su espíritu de artista, cuya creación tiene que ver radicalmente con el hombre concreto, asuma el compromiso rebelde en contra del pensamiento abstracto que es el responsable de la deshumanización.
Pugnaz en la acción, su pluma se enfrenta a las formas abstractas incapaces de comprender si era o no bueno rechazar este pensamiento abstracto que sigue amenazando al mundo emotivo y a la propia vida.- Más aún: La actitud demoledora del pensamiento de Orrego no admitió las ideas que relegaban al universo a una mera filosofía.- Sobre esta premisa cabalística propia de la mentalidad servil al servicio de las razones dominantes y provocadoras, Orrego entendió que el artista estaba contribuyendo precisamente a revelar la realidad, sumisa realidad que desdichadamente sigue prefiriendo la escisión del mundo.-
Profetizó a través de su claro lenguaje que la salvación del hombre integral lo tiene que hacer el arte reivindicando el derecho que nunca dejará de tener a las vastas riquezas del pensamiento poético.
Por lo demás, creo yo que ningún gran escritor como Orrego ha intentado nunca ponerse de espaldas a su realidad y ni siquiera podrían intentarlo, pues bien en un mundo no sólo de sensaciones, sino de valores éticos, gnoseológicos y metafísicos que, de una manera o de otra, enriquecen al creador y a su obra.
En defensa de este credo social y humano su verbo esclarecedor denunció el drama del pueblo peruano en esta tremante advertencia: Nunca, creemos, que la ergástula en ningún país de América, aún bajo el despotismo tenebroso que hoy vivimos, hayan realizado una tan salvaje acción represiva,- lo que ha ocurrido y está ocurriendo en el Perú en estos momentos, plantea o espera a su salvador, a su trágico, a su poeta para ser transportado al plano del arte,- a su Goya, para revivir y enternecer en el lienzo las gestas y las escenas macabras de los fusilamientos ante los muros milenarios y prehistóricos de CHAN-CHAN, con todo su horrible y grandioso simbolismo humano.
Acosado por todas las verdades, pertenecientes a noches sin consuelo, Orrego acaba por entender que su destino de escritor finalmente devendrá en documentos fidedignos elaborados en el asombro y la meditación, reiterada y encarnizadamente.- Allí están sus libros: NOTAS MARGINALES. PUEBLO CONTINENTE Y HACIA UN NUEVO HUMANISMO AMERICANO, en cuyas páginas ahonda su pensamiento y su credo revolucionario en busca de la libertad, de la cultura y la justicia social de su pueblo. Ésta es la imagen que vive alentadoramente en las regiones secretas de mi espíritu.- La imagen de un hombre, de un notable escritor y esteta, cuyo pensamiento, realmente aristotélico, ha de seguir iluminando los caminos redentores del hombre, siempre víctima indefensa del hombre, cuyos desgarramientos fecundan la genial obra poética de César Vallejo, amigo entrañable de Antenor y a quién le profetizó la deslumbrante dimensión universal que su vida y su obra tienen.

Escrito de Luis Alberto Sánchez en su libro Literatura Peruana

ANTENOR ORREGO BAZAN (sic), nacido en Cajamarca en 1892, pero crecido y educado en La Libertad, se entregó desde muy joven a la embriaguez literaria. Formaba parte del grupo de Trujillo en el que fue compañero de César Vallejo, José Eulogio Garrido, Alcides Spelucín, Víctor Raúl Haya de la Torre, Macedonio de la Torre, Carlos Valderrama. Fue Orrego quién, según episodio largamente divulgado, pronosticó a Vallejo en un báquico funeral a Rubén Darío (fallecido el 6 de febrero de 1916) la gloria de que hoy disfruta. Cuando Valdelomar llegó a Trujillo, en su campaña para la captura estética del Perú, Orrego capitaneaba el grupo que se le adhirió. Para ello tuvo que combatir al sector romántico local, que dirigía el poeta Víctor Alejandro Hernández. Orrego abrazó valerosamente la causa de la renovación integral del Perú, filosófica, política y estéticamente. Ese hombrecillo menudo, de prematura calva, rostro alargado y frente fugitiva, ojos rasgados y azules, tez pecosa y ademanes suaves, tenía ideas claras, definidas y voz tan rotunda como sus ideas. Pronto alcanzó por sabiduría y edad el comando del grupo. Quizá para asentar aquel prestigio, fue de los más resueltos en sumarse al culto de los paraísos artificiales, implantado por los “colónidas”. Autodidacta incansable, que se forjó una sólida cultura poético-filosófica, en lo que coincidió con la tendencia neoidealista puesta en boga por los bergsonianos de Lima. Dato curioso: en ellos se movía también Ibérico, otro cajamarquino, contemplador de la naturaleza y de Dios. Lo que distingue a Orrego de Ibérico fue sobre todo la sensibilidad social y la capacidad de entusiasmo. No cohibido por ninguna traba interna, ni siquiera la profesoral, Orrego se lanzó en apolínea danza a mover metáforas e ideas. Así nació su primer libro, publicado mucho después, y así nació la generosa empresa de diario El Norte, que se empezó a editar en 1922, en asociación con Alcides Spelucín, su hermano político (Orrego estaba casado con Doña Carmela Spelucín). El Norte fue, al par que valuarte contra la penetración imperialista de la Northern Mining Company en el departamento de La Libertad, un valeroso vocero contra el gamonalismo comarcado y una palenque de inquietudes literarias en el que actuaron permanentemente Vallejo, Orrego, Spelucín, Sánchez, Mariátegui, Basadre, Bazán, Portal, Espinosa, y Del Mar, entre los literatos, y desde luego, Haya de la Torre, Vásquez Díaz, Cox, Seoane, entre los políticos. Cuando se produjo la ruptura ideológica en 1923, y Leguía se decidió a atacar a los estudiantes, El Norte se opuso enérgicamente al exceso gubernativo. Los desterrados y emigrados tuvieron una tribuna en aquel diario, muchas veces clausurados por diversas dictaduras.
Conviene aquí destacar la tarea de algunos periódicos de provincias, eco de la actitud “colónida” y precursores de los movimientos aprista, socialista y comunista: mencionados a El tiempo de Piura, dirigido por Luis Carranza; Noticias de Arequipa, dirigido por Luis de la Jara; El heraldo de Cajamarca, en el que tenía influencia Nazario Chávez Aliaga; La voz de Ica, bajo la dirección de Roger Luján Ripoll; El comercio de Cuzco, con José Ángel Escalante y Luis Valcárcel, El eco de Puno, La voz de Huancayo, El tiempo de Chiclayo; en general casi todos los diarios provincianos consideraban su deber prestar acogida a los anhelos renovadores de la nueva generación.
A los 30 años Antenor Orrego publicó su primer libro: Notas marginales (ideología poemática) Aforísticas. (Trujillo, 1922). La forma de expresar su pensamiento acusa al frecuente lector de Nietzsche y Rodó. En ese libro, Orrego señala algunos aspectos importantes de la inteligencia humana no solo por lo que le concierne a él, si no por lo que implica a su generación y a la subsiguiente, que reconocerán en Orrego a su maestro. Escribe:

“¿La Manera? Este es el hecho más trascendental, más doloroso y trágico de la vida. El universo al ser expresado se reduce a sus elementos mas escuetos: Se estiliza” (p. XIII)

Se trata como diría Ibérico, de “una filosofía estética”. Orrego insiste en la importancia del estilo y en el drama de conocer el propio estilo. Desde luego, reacciona contra el academismo:

“Quiere el espíritu académico que ajustemos la múltiple paradoja de nuestra vida, la múltiple fluidez de nuestro ser a un arquetipo único, y, las más de las veces, a un arquetipo envejecido y pretérito… Lo característico del espíritu académico es la aplicación de lo viejo a lo nuevo” (p. 42)

Pero así como se pronuncia en contra de las academias, se arroja también contra las sectas del sectarismo:

“El enemigo más acérrimo de la libertad es el espíritu de secta. La secta es el dogma actuando, y el dogma es el ungimiento del espíritu humano a una creencia, a una interpretación unilateral y expresiva de la vida. Para el sectario solo hay una verdad, una sola certidumbre que excluye a todos los demás” (p.45)

Cuando aborda el tema de la revolución, Orrego se apresura a definirla: “Repitamos la experiencia del pasado, superándola. Acaso esta sea la expresión más simple del espíritu revolucionario” (p.51). Concibe la enseñanza universitaria peruana como un error con su prurito de clasificar nada más que eso. E cuanto a la literatura, cree que es “un falso arte” y que su ejercito “rebaja” al universo (p. 89). En realidad, Orrego confunde “hacer literatura”, con un sustituir los hechos por palabras que no se reflejan. En suma, un arte con imitación, postizo.
No se puede negar que Orrego muestra algo de pueril perplejidad ante el mundo en cambio, y un adolescente entusiasmo frente a los cambios producidos. Pero él no supo nunca ahorrarse. Siete años después del primero publica su segundo libro, El monólogo eterno, pero en el entretanto, discurre su acción publicitaria de amauta, en gran parte y póstumamente recogida en el cuaderno estación primera.
Ya en ésa época, Orrego tentado por la filosofía oriental y la teosofía, acusaba de “anecdótico” al arte oriental y preconizaba “un arte integral en el que el carácter estuviera presidido por el destino”.
Desde luego, nada menos apegado al marxismo, en que se situó a menudo a Orrego, que este fatalismo orientalista, tan ajeno a la esencia del arte occidental que el mismo practicaba. Orrego que fue un romántico, tenía su preconcepto, más que un prejuicio, sobre muchas cosas, uno de ellos sobre el Perú, cuando en un artículo titulado “Americanismo y Peruanismo” afirma que “Peruanismo literario nunca lo ha habido después de la conquista, ni puede haberlo en el porvenir”, y cuando niega a Chocano “Auténticos valores hispanos y americanos, no hace sino rendirse ante la logomáquina del indigenismo de Valcárcel y sus discípulos, indigenismo occidentalista, más planta adventicia que de honda raigambre. Además los extremo de “Mexicanización y argentinización”, entre los que coloca Orrego al arte americano, no hacen sino limitarse a la moda de ese momento, sin perspectivas, a causa de un violento romanticismo autoctotonista, aunque sin autoctonía definitiva. Igualmente, los reparos de Orrego a Ortega y Gasset, siendo profundos, adolecen de cierto aire hiperbólico. Orrego no pretendía acaso ser un guía, le bastaba con la embriaguez de danzar al aire libre como Zaratustra, y cantar su verdad sin preocuparse de comprobar que fuese la verdad. En el libro el Monologo eterno (aforística) (Trujillo 1929) insiste sobre el tema ético y estético, y sobre la manera apodíctica de Nietzche.
En 1928, Orrego había sufrido mucho a causa de la persecución embozada y envilecedora de algunos esbirros. Quisieron enlodarle. Se mantuvo a flote a fuerza de dignidad y templanza. Pero en 1930, cae Leguía y nace el partido Aprista Peruano. Orrego, fraterno amigo de su fundador, se afilió al nuevo partido. En noviembre actuó en una fallida intentona de conciliar a civiles y militares jóvenes, intentona presidida, aunque el hecho fue negado después por el presidente Sánchez Cerro. En agosto de 1931 Orrego pronunciaba un magnífico discurso al recibir Trujillo a Haya de la Torre. Desde 1932 empezó la vía crucis del filósofo. Encarcelado, perseguido, vejado, tuvo que sobreponerse a las negras vicitudes, propias de un hombre en convicciones en un Perú como en el de entonces. Durante 13 años padeció esa desagradable e insistente experiencia. Durante el tal lapso, terminó su libro el Pueblo Continente (Santiago, Ercilla, 1939), que entregó para las prensas en 1937 con el subtítulo de “Ensayos para una interpretación de la América Latina”.
Utilizaba allí la doctrina aprista como trasfondo de su enfoque continental. Escribe:

“América, como lo digo en algunos capítulos de este libro, es el caso mas inmediato y acabado en que la organicidad se torna cristalización rígida, y, luego, desintegración atómica”

Libro escrito con pasión y en medio de serias dificultades, revela en su estilo eso mismo: Dificultades y pasión. No es un libro que se lea con facilidad, ni que se repiense sin objeciones. Su tesis parte del principio de que la conquista española fue una “catástrofe”, concepto unilateral y excesivo, cree que frente al juego de los continentes de hoy, América, por su unidad orgánica, lejos de ser una suma de patrias, es un “pueblo continente”, al que se debe respetar tal virtualidad. El pueblo Continente es un libro que se canta al espíritu de América y a su unidad, por tanto es un himno al porvenir.
Orrego, aparte de sus méritos de pensador, había sido el revelador y bautista de Vallejo. Hasta ahora su prólogo a Trilce (1922) permanece incólume. Su penetración no ha sido sobrepasada. Quiso acentuar y ampliar sus notas al respecto en un libro inédito memorial del tiempo, “Mi encuentro con César Vallejo” y quiso también ensanchar sus perspectivas Hacia un humanismo Americano, otro libro inédito, en que se trata de probar las excelencias humanísticas de la cultura continental.
Orrego fue electo senador por La Libertad en 1945, y rector de la Universidad de Trujillo en 1946. Sufrió de nuevo persecuciones a partir de 1949. Recuperó su libertad física solo en 1956. Estaba entonces dedicado a la teosofía y el orientalismo. La muerte vino a exonerarlo de nuevas preocupaciones el año de 1960.
El estilo de Orrego difiere del de los escritores de su generación, en lo barroco. Además, en el peculiar uso de los sustantivos absolutos, en las generalizaciones románticas. No obstante, lo cual, o quizá por eso mismo, es imposible hablar de Vallejo sin mencionar a Orrego, ni estudiar severamente a Haya de la Torre, Spelucín ni aún al propio Mariátegui, sin remitirse al autor de Pueblo Continente sacerdote y catacúmeno de un credo civil basado en la libertad, la justicia y el amor.

Entrevistas: Mariano Alcántara

ENTREVISTA A MARIANO ALCÁNTARA

Sabemos que su padre fue amigo de Antenor Orrego. ¿Qué recuerdos tiene usted de esa amistad?

Efectivamente, mi padre, tuvo una relación muy cercana con Antenor Orrego, y también era muy amigo del escritor Ciro Alegría, y como ambos eran menores que Orrego, solían ir a buscarlo para escucharlo. Orrego los llevaba a Chan Chan donde filosofaba con un estilo “platonesco” por horas de horas delante de sus condiscípulos.
Mi padre poseía una librería que servía de punto de encuentro para innumerables letrados y artistas de la época, lugar donde se reunían con Antenor. El nombre de esta librería era “Divulgación”, y ocupaba parte de lo que hoy es la restaurada “Casa de la Emancipación”.
En una ocasión tuve la oportunidad de ver a Antenor y a Haya de la Torre durante una actuación en el Teatro Municipal en la cual yo tocaba piano (tendría alrededor de 15 años). El pensamiento de Antenor Orrego, expresado en obras como “Pueblo continente” o “Hacia un humanismo americano”, son obras geniales que debieran ser leídas por todos.

Nota: Agradecemos a Mariano Alcántara, hijo, el proporcionarnos el grabado a pluma y la xilografía de Antenor Orrego que presentamos en este blog para su mayor difusión.

Entrevistas: Guillermo Guerra Cruz

En su calidad de Rector de la Universidad Privada Antenor Orrego, ¿Cómo ve Ud. la figura de Antenor Orrego?

Yo veo a Antenor Orrego como un modelo a seguir para la formación espiritual e intelectual de los jóvenes.
Él fue un autodidacta, ya que su conocimiento no lo ganó en virtud sólo de las aulas, sino por su esfuerzo propio. También fue un hombre con una sensibilidad humana grande y una preocupación especial por las clases menos favorecidas. Además crítico al gobierno ultra conservador, haciendo propuestas viables.
Él fue un hombre que tiene vigencia actualmente, ya que desde los años 50 se preocupó por la intelectualidad de América Latina, con su obra “Pueblo Continente”.


julio 03, 2006

Bíografía

Cuando pensamos en hacer la biografía de un personaje destacado solemos remitirnos a los principales hechos de vida, picos resaltantes en su obrar, así como consignar una lista de fechas y acontecimientos que reúnen el actuar de un individuo a lo largo de su existencia, breve o larga.Con Antenor Orrego el asunto se presenta muy distinto. Por encima de las fechas y los títulos de sus libros o los hechos de su vida, trasciende la imagen de una persona totalmente diferente, un hombre muy especial, que como un predilecto de la historia hubiera surgido para darnos un ejemplo que no se despinte con los años ni con el cambio de los tiempos.La integridad de su vida, guiada siempre por los más altos valores, y la forma desinteresada como dio todo de si por su gente y su país, nos muestra un caso muy especial de prohombre y nos marca con el sello de su pensamiento, siempre limpio, siempre claro, siempre viendo más allá que los demás.ORÍGENESNace Antenor en 1892, en un lugar muy particular de nuestro país: la Hacienda Montán, en Cajamarca, donde 10 años antes el General Iglesias emitiera el célebre Manifiesto de Montán, buscando la paz, aún con cesiones territoriales, tras los sangrientos episodios de la invasión chilena. La Historia pareciera abrir sus brazos para recibirlo. Tras la mudanza de su familia a la ciudad de Trujillo, Antenor deja la sierra por la costa e inicia estudios en el Seminario de San Carlos y San Marcelo, donde tendría especial apego por las clases de Filosofía e Historia, que posiblemente despertaron en él las primeras ansias de escudriñar el espíritu humano y encontrar en ello una solución a los problemas que aquejan a la sociedad.Con ansias de saber incontenibles ingresa a la Universidad de la Libertad, como se llamaba en aquel tiempo a la institución fundada por Bolívar y Faustino Sánchez Carrión, para estudiar Letras, Jurisprudencia, Ciencias Políticas y Administración. Su especial inteligencia, su deseo de justicia y su noble espíritu, lo haría merecedor de la presidencia del Centro Federado de Estudiantes de Trujillo.Es en esos años, alrededor de 1915, que comienza a dar señales de vida una especie de hermandad que luego se conocería como el “Grupo Norte”, del que, con la paternal influencia de Orrego, no por edad cuanto por carácter y sabiduría, surgieron las figuras de César Vallejo, Agustín y Víctor Raúl Haya de la Torre, Juan Espejo, Alcides Spelucín, Oscar Imaña, Eloy Espinoza, Francisco Xandoval, José Eulogio Garrido, Federico Esquerre, Macedonio de la Torre y Ciro Alegría. Si bien los unía el aprecio por la literatura, el interés por los acontecimientos nacionales y mundiales, así como el anhelo de justicia para el pueblo, sería Orrego el que daría un sello imborrable a la agrupación y a la vida de todos sus integrantes, una huella que se quedaría con cada uno de ellos para siempre.Llevando su preocupación a la acción, Antenor participa en movilizaciones de los trabajadores de las haciendas azucareras norteñas, que sufrían inhumanas condiciones de trabajo. Su preocupación por los trabajadores sería una constante en su vida a la que jamás renunciaría.DESDE MUY JOVEN LUCHÓ POR SUS IDEALESInquieto por adquirir una mayor formación, en 1917 Antenor viaja a Lima para seguir estudios de Filosofía en la Universidad Mayor de San Marcos, que culminaría en 1927.En 1918 publica asiduamente en revistas y periódicos, especialmente en el diario La Reforma, como también en "La Libertad" y "El Norte", difundiendo sus ideas progresistas y justicieras, y apoyando la causa de los trabajadores de las haciendas azucareras, entre ellas Chicama y Santa Catalina, lo que le valdría persecución y cárcel.Pero, lejos de ser sólo un joven con afanes revolucionarios, Antenor Orrego ha venido estructurando un pensamiento fino y profundo, que revela su interés y su capacidad de reflexión y análisis, en dos aspectos esenciales: el filosófico (desde donde estudia lo que corresponde a los ámbitos políticos y sociales), y el literario, aunque nunca produjera textos que pudieran considerarse propiamente literarios, prefiriendo el ensayo, para la amplia y profunda exposición de sus ideas. En ese sentido, y con el objetivo de disertar sobre nuestro devenir social, sobre las estructuras que deben ser sustituidas y los ideales que deben guiar ese proceso que las grandes mayorías, y la justicia de su causa, reclamaba, y como inicio de una trascendental actividad ensayística, publica su primer libro: “Notas Marginales” en 1922. También en ese año prologa, de forma magistral y premonitoria, la obra de César Vallejo, “Trilce”, brindándole no sólo su apoyo moral y su respaldo, al joven poeta, sino la certeza de que su calidad literaria era innegable y contundente.
En 1923, un hecho aparentemente fortuito cambiaría, por la decisiva intervención de Antenor, la vida de los involucrados, dejando sentir sus consecuencias en toda la historia literaria de Hispanoamérica. Inesperadamente, Antenor recibe la invitación de su sobrino, Julio Gálvez Orrego, para viajar a la Ciudad Luz, París, lo que había sido uno de sus más caros anhelos, pero, con la generosidad y desprendimiento en él habituales, desiste de su deseo para ceder su lugar a su entrañable amigo, César Vallejo, lo que marcaría por siempre sus vidas, no sólo por la distancia física que nunca volvieron a superar, sino porque así contribuyó Orrego a que Vallejo desarrollara plenamente su vena poética en Europa, mientras la permanencia del fiel amigo lo sometería a sucesivos encarcelamientos que no le dieron mayor tregua a lo largo de los años.ANTENOR FILÓSOFO, POLÍTICO, ESCRITOR, MAESTRO.
Paralelamente, gracias en gran parte a su espíritu libertario y su iluminación continua, se inician los primeros movimientos de lo que sería la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), liderada por Víctor Raúl Haya de La Torre, movimiento en el que formaría el primer Comité Aprista del país, antes que el de Lima, siendo el primer Secretario General Regional del APRA en el Norte en 1930, pese a que Haya, en 1924, había hecho una primera fundación en la Universidad de México, como organización política de la lucha antiimperialista por la Justicia Social y la integración de los pueblos de Indoamérica.En esos años se suceden épocas de lucha, persecuciones, prisión que sufre estoicamente por defender sus ideas y los derechos de los trabajadores, lo que fue siempre una de sus preocupaciones irrenunciables, sin por ello dejar de producir artículos e incluso libros, como es el caso de “Monólogo Eterno”, obra de gran visión en la cual se adelanta con mucho a su tiempo y esboza la labor de un maestro como un formador que debe promover que el alumno desarrolle todo su potencial, sin imponerle un estilo o marco predefinidos.En 1931 se le designa representante de la región de Norte en la Junta de Gobierno de David Samanez Ocampo y, después de más encarcelamientos, en 1939 publica la que es considerada por muchos su obra máxima: "Pueblo Continente", obra en la que Orrego, tal como lo hiciera Bolívar en su tiempo, proclama la necesidad de la unión latinoamericana como vía suprema de consolidación y desarrollo, y que dedica, con gran sensibilidad y emoción, a su amigo y discípulo, Manuel Arévalo, quien en la clandestinidad había mecanografiado todo el original de la obra, y que había sido asesinado poco antes para que delate la ubicación de Haya y de Orrego, lo que no sucedió.Después de años de convulsionada actividad política, cuando el aprismo supera la persecución y los años de la sangrienta revolución, vendría una relativa tranquilidad y, luego de recibir un doctorado Honoris Causa de la Universidad de La Libertad en 1946, es nombrado Rector de esa casa de estudios, labor que desarrollaría hasta 1948, dejando entre otras obras la gestión iniciada para la edificación de la ciudad universitaria, gracias a la donación de 40 hectáreas de terreno de Don Vicente G. de Orbegoso y Moncada, y la fundación de la facultad de Medicina, que tanto prestigio le ha dado a dicho centro de estudios. Casi paralelamente, es elegido Senador de la República por la Libertad en 1947, donde llevaría adelante importantes iniciativas legislativas en beneficio de los trabajadores y los maestros.

La muerte alcanza a quien sería considerado “El Amauta Indoamericano” el 17 de julio de 1960, privando al país de un pensador excepcional, de moral intachable y un espíritu servicial y desprendido como pocos se han visto y difícilmente se volverá a ver. Póstumamente se publicarán sus obras: “Discriminaciones", en 1965, "Hacia un humanismo americano" en 1966, y en 1989 "Mi encuentro con César Vallejo". Luego se editan las “Obras Completas” (en cinco tomos, en 1995), y en el 2004 el Congreso de la República publica, gracias al trabajo de recopilación y selección de Eugenio Chang, el libro “Antenor Orrego. Modernidad y Culturas Americanas. Páginas Escogidas”.

EPÍLOGO
Hoy a los jóvenes, tan desprovistos de modelos ejemplares y sin un norte al cual mirar en una sociedad llena de corrupción en todas las esferas, sólo nos queda acercarnos al manantial del pensamiento de Antenor Orrego y, a través de la lectura de sus textos, tomar contacto con el gran hombre que fue, entender sus más altos ideales, y aprendiendo de él, tratar de ser mejores ciudadanos, más solidarios, más justos, más comprometidos, y contribuir desde esa perspectiva a construir un mejor Perú.

Línea de Tiempo

Entrevistas

Entrevistas: Teresa Guerra-García Cueva de Rodríguez Nache

ENTREVISTA A TERESA GUERRA-GARCÍA CUEVA DE RODRÍGUEZ NACHE

Sabemos que Orrego fue rector durante su estancia en la universidad. Cuéntenos qué recuerdo tiene usted de Orrego…

Tuve el privilegio de conocerlo, yo conocí a Orrego porque era de la edad de mi papá y era cajamarquino, sólo un Rector de la talla de Orrego, un filósofo, un sabio, pudo acceder a escribir, de forma especial y exclusiva, un artículo para una publicación estudiantil, cuando era, a la vez de cabeza de la institución universitaria, Senador de la República, y de hecho, ese sería el último número, pues luego la revista fue requisada luego e impedida de publicar nuevos números... Sólo alguien con una fina percepción y una espíritu muy generoso podría ser capaz de aceptar un pedido como el mío, sabiendo que sólo era para reivindicar a los cajamarquinos que eran mal vistos por no ser de la costa. A Orrego no le sobraba el tiempo, pero sí le sobraba calidad humana. En ese momento el Rector era cajamarquino, cuatro decanos eran cajamarquinos y más de la mitad de los alumnos eran cajamarquinos. Fue un momento especial de nuestra Universidad.

¿Qué podría decirnos de él?

Que nació en Montán, hacienda que había sido de Iglesias, tan controvertido en la guerra con Chile, que estaba en Chota, que fue quemado íntegramente por los chilenos. Cuando ya había sucumbido Trujillo, cuando ya bailaban con chilenos algunas limeñas, el Presidente del Perú, el General Iglesias, en Montán, que era su hacienda, lanza lo que se conoce como “El grito de Montán”, que explica a la Nación por qué hubo que hablar con los chilenos y buscar una transición que finalice el desangramiento. Fue muy incomprendido y despreciado, pero el Perú estaba hecho trazas… su hijo murió en Chorrillos sin poder ir a verlo, él perdió todo en la guerra… fueron tiempos muy duros y él fue muy criticado, pero años después Dios quiere que Antenor Orrego nazca en Montán, en una forma de misteriosa reivindicación.
Orrego no estaba siempre en Trujillo, por sus labores como Senador, pero venía frecuentemente, y en su rectorado gestó la fundación de la Facultad de Medicina, y eso es algo trascendente, es una escuela que nos prestigia tanto y ha formado a tantos médicos a lo largo de estos años. Orrego pasa por Trujillo como una estela de cultura, de bondad, de transparencia, de lógica, de estética y de gran enseñanza, pasa como el gran maestro que fue.

¿Cuál considera que es su principal valor en el Grupo Norte?

Que Orrego se integra al grupo pero era diferente al grupo, Orrego era espiritual, puede haber sido abstemio. Se llamaba la Bohemia pero él llega y todo cambia, mejora. Él fue el elemento moralista, pero no recriminador, sino que por su propia cultura, por su propio espíritu, no podía más que liderar el grupo, y los demás verlo como a un maestro, conociéndolo tan a fondo como pudieron que tal vez nadie lo hizo porque nadie era más inteligente que él hasta hoy. Él tenía mucho talento, una gran capacidad de abstracción, como los grandes filósofos, gran razonamiento… Orrego fue el maestro, ético, sumamente moral, que en el Grupo Norte, fue el que moraliza al grupo…
Cuando Vallejo está en la cárcel injustamente, sufre mucho, acusado de incendiario, y escribe Trilce. En ese trance Vallejo le da su borrador de Trilce a Orrego y él le escribe el prólogo. Vallejo, encarcelado, recibe las palabras iluminadas, consagratorias, de Orrego, y es muy importante porque capta el alma de Vallejo, nadie lo había entendido como él, nadie lo apoyó como él. Luego ese prólogo será sustituído es las posteriores ediciones de la obra por otros, o sacado, pero refleja cómo Orrego era el descubridor de Vallejo, el psicólogo, el hermano, el padre, el maestro, la puerta espiritual que lo anima a no quedarse entre los muros de la cárcel y trascender.

¿Por qué cree que su figura está un tanto polvorienta, sin resaltarla debidamente como otras?

Porque a todos los que valen mucho se les borra, porque no pueden acceder a ellos, porque no los pueden comprender…

Entrevistas: Teodoro Rivero Ayllon

Qué es lo principal que usted recuerda de Antenor Orrego como persona?

Bueno yo conocí al doctor Antenor Orrego el año de 1946, quiere decir que estoy celebrando los 60 años de haberlo conocido, en la ciudad de Ascope, que fue en otra época una ciudad muy importante de todo el Valle de Chicama y aún más, casi todo el norte del Perú. Ascope fue un centro no solamente comercial sino cultural. Él se casó con una ascopana de modo que estuvo muy vinculado a mi pueblo, por eso lo conocí por el año 46, el año del centenario de la fundación de Ascope como distrito. Y la imagen que tengo de él es de un hombre extremadamente bueno, sencillo, muy humilde en su actitud en general. En ese año el ya era rector general de la Universidad Nacional de Trujillo, fue rector dos años 46 al 48, y en esos años pudo realizar una obra rectoral como no la han cumplido ninguno de los rectores ni anteriores ni subsiguientes. Quiero decir que Antenor Orrego se preocupó tanto de la juventud que en sólo dos años creó la ciudad universitaria , con terrenos que fueron legados por gestiones de él y de Víctor Raúl Haya de la Torre, cosa que ahora no se hace porque ahora todo se mueve a cambio de una suma de dinero, más las “coimisiones” (risas). Allá no, esto fue una donación hecha por Don Luis Vicente Gonzáles de Orbegoso y ahí tenemos la Ciudad Universitaria de Trujillo.
Él creó, por ejemplo, la Facultad de Medicina cosa que ni los mismos médicos Trujillanos que han estudiado ahí reconocen o saben ¿Porqué? Porque ahora están celebrando ellos el cincuentenario de la fundación de la Facultad de Medicina cuando eso fue creado 10 años antes o sea deberían estar celebrando los 60 años, o sea que hay ignorancia de los propios médicos que ahí han estudiado. Quiero decir que el creó, por ejemplo, la Facultad de Educación donde yo estudié después, donde tantos profesores que han egresado de la universidad trujillana estudiaron, y se preocupó no solamente de hacer de la universidad un centro de investigación sino también de proyección a la comunidad; que el pueblo tuviera acceso a la universidad y que la universidad se proyectara al pueblo, única manera de levantar la cultura del pueblo. Hoy, después de haber estado 14 años yo por las tierras del Oriente, encuentro que esa unión entre el pueblo y la universidad ha desaparecido, que los derechos sociales por los cuales gente como Antenor Orrego lucharon, han desaparecido. Ellos lucharon por las ocho horas de trabajo, ahora los obreros tienen que trabajar 14 ó 15 horas y si no trabajan a ese ritmo quedan despedidos porque no hay ninguna estabilidad o seguridad social que les permita defender sus legítimos derechos. Quiere decir que en dos años pues, Antenor cumplió eso; yo pude percibir, siendo niño aún, como él se proyectaba a la comunidad, porque enviaba buenas delegaciones por ejemplo de poetas, de escritores, de artistas que integraban el plantel de la universidad en la que él era rector a Ascope, a Casa Grande al Valle Chicama ¿para qué? Para que los obreros levantaran su nivel.
Antenor Orrego fue un hombre que, estoy plenamente convencido, fue uno de los políticos más honestos que ha tenido el Perú y que ha tenido América. Su familia ha quedado realmente pobre.

Fue un luchador también…

Claro, él luchó, no solamente como rector de la universidad sino desde que fue estudiante, luchó por la defensa de los trabajadores del Valle de Chicama y de Santa Catalina y que cuando se produjo la revolución de Trujillo en 1932 y hubo aquí muertes a diario, se calcula en 7000, 6000, nunca se sabrá las víctimas de esa revolución, sin embargo Antenor Orrego pudo mantenerse, él fue el único político que no buscó exiliarse, no huyó a la frontera del país y se quedó acá en el Perú y el estuvo aquí pues combatiendo contra la tiranía del presidente Leguía contra la tiranía del presidente Sánchez Cerro, contra la tiranía de Benavides que se proyectó hasta 1939, con la dictadura de Manuel Prado del 39 al 45, en el 46 hay un paréntesis mas o menos la relativa libertad en la qué el sale de las catacumbas políticas y va a dirigir la universidad y va a ser representante por la libertad en el Congreso de la República y en esos dos años sacamos a través de él la gratuidad de la enseñanza Primaria, Secundaria y Superior, cosa que ahora no existe y los mismos profesionales que han usufructuado esos derechos por él conquistados, los desconocen. Por ejemplo yo he estudiado gratuitamente, a mi no me costó ni un céntimo la enseñanza gracias a esa ley que en 1946 logró Antenor Orrego.

¿Cree que pudo haber hecho más obra de no haber compartido roles entre el Congreso y el rectorado?

No creo, no creo, gente como él son hombres múltiples, son hombres polifacéticos, son hombres que hacen por 20 hombres… Antenor Orrego ha dejado una obra cuantiosa que todos los críticos de Trujillo ya quisieran escribir, son 5 volúmenes y todavía quedan 5 volúmenes más por editar. Quiero decirle que él fue grande a través de la persecución, a través de la lucha sindical, a través del rectorado y haciendo siempre obras de bien sin pensar en el provecho personal, él no tocó nunca un céntimo. Su familia ha muerto pobre, aquí por lo menos estos muebles que heredé yo del profesor Sandoval, muy amigo de Antenor Orrego desde el año 1907, estos muebles todavía están mas fuertes de los que Antenor tenía en su casa, se le había roto los resortes, y naturalmente venían los conflictos con la esposa, la esposa quería que fuera de cierta forma que sean asientos por lo menos presentables ya que no sentables (risas).

¿Cree que el movimiento aprista hubiera sido el mismo, que Hay de la Torre sin la presencia de Orrego?


Yo creo que Haya de la Torre, bueno no solamente Haya de La Torre, Vallejo mismo y todos los que estuvieron en aquél Grupo Norte de Trujillo, no hubieran sido lo que son si la presencia de Antenor Orrego no hubiera sido real, palmaria, aunque no fue él era menor 3 meses con respecto a Vallejo y sin embargo fue maestro de Vallejo, fue el maestro de Víctor Raúl, es cierto que Antenor era 3 años mayor pero tres años no autoriza a uno para ser maestro de alguien… era tal la actitud mental y no solamente eso sino también la bohomía, la personalidad puesta a prueba de toda corrupción de toda índole, hasta donde yo sé era un hombre realmente puro.
Y puedo decirle lo que José Martí dijo después de haber entrevistado a Rubén Darío: “quien lo conoció se retiro queriéndolo”. Usted se acercaba a Antenor y terminaba queriéndolo, era un hombre de una transparencia, una pureza, suave como el mármol diríamos, pero era, también como el mármol, resistente a todos los embates para poder luchar contra las injusticias que reinaron siempre en el Perú y que siguen reinando hasta ahora y que seguirán, no quiero darme la de profeta pero seguirán todavía azotando a nuestra patria.

¿Antenor Orrego era anticlerical?

No, Antenor ha sido muy místico, incluso, esa es la idea que han formado de él, pero eso tenemos que resaltarlo, yo he aprendido a amar a Cristo a través de Antenor Orrego.
Él era de formación religiosa, el era místico, un hombre que creía en Dios, incluso él ha dejado un mensaje para que se leyera cuando él muriese, que fue el 17 de Julio de 1960, o sea hace casi 46 años, y en los escritos a través de esos 5 volúmenes recogidos por Luis Alva Castro, hay un acercamiento muy espiritual

¿La iniciativa del grupo Norte de donde sale o es una creación…?


Es una creación conjunta, yo creo que hay momento históricos que se dan ya, que están como preparados por el destino, yo soy fatalista en ese sentido, yo creo que hay circunstancias propicias pero si puedo decirle que el grupo norte es una acción conjunta porque sin uno, sin alguna pieza de ellos eso no funcionaba, es como un carro, si se le sale una rueda puede caminar tres puertas y no llega a la esquina, fue una época especial una época de crisis nacional de crisis continental, de crisis mundial. Después de haber estudiado un poco en China, los chinos tiene un carácter de escritura que significa “peligro” y el otro lado significa “oportunidad”, o sea que una crisis es un peligro pero es una oportunidad también. Por más difíciles que se presenten las circunstancias en lo nacional o en lo personal, hay siempre un camino salvador y que mientras mas dificultades se presenten mejor será la recompensa, pero a Dios rogando y con el mazo dando. Porque si yo me siento a la puerta de mi casa a esperar que todo baje del cielo como va a ser…

¿Por qué cree usted que la figura de Antenor Orrego no ocupa el lugar que debiera?

En primer lugar porque él era aprista. Yo soy “Hayista”, “Orregista”, llámeme todo lo que quiera pero no soy aprista, pero puedo decirles sí, que aquí en el Perú somos un país de envidiosos, de recelosos, que desconocemos la auténtica valía de la gente. Si aquí viene un famoso capitán de fútbol va a tener una acústica mayor de la que pueda tener Einstein resurrexo o Cristo redimido, no sé si me dejo entender. Y la culpa la tiene el gobierno y la tenemos los maestros, ¿Por qué? porque no le mostramos a la juventud cuál es el verdadero camino que la juventud debe seguir. La juventud en la época de Haya de la Torre, de Antenor Orrego, de Alcides Spelucín, se orientaba a causas nobles como la de defender por ejemplo lo que hemos dicho, los derechos de los trabajadores humildes, ¿quién habla por ellos? Ahora, dígame usted, qué joven habla por ellos.
Tenemos congresistas de la República que van a jurar con la mano en la Biblia y dicen “Juro por Dios y por la pla… perdón por la patria”, es así y entonces con una política del gobierno y de regímenes que lo único que buscan es distraer a la juventud con una televisión que no es, con unos periódicos que no son, con una educación que no es educación, esperamos el futuro de la patria.
Antenor era socrático, por eso su periódico El Norte fue un foco de irradiación cultural para el Perú, ese periódico se vendía en Lima en el Norte, llegaba a todos los extremos del país, un tesoro de cultura, ahí se forjaron Vallejo, Spelucín, Haya de la Torre, etc. Sobre todo la lucha social que tuvieron, Antenor se esmeraba en eso y por lo menos hubo una juventud revolucionaria que luchó por los derechos de los trabajadores y dignificó al Perú, se sacrificó por el Perú, 5000 7000 muertos en una sola revolución y no como la juventud de hoy que va a morir .. .en las discotecas.

¿Que diría Antenor si viera la realidad del país hoy en día, la realidad del profesorado, de la “cultura” de los jóvenes?

Imagínese, él diría… “haber luchado tanto para esto”… Lo que pensaría Antenor Orrego al ver el Perú por el cuál el luchó y sacrificó su propia vida y vio morir a los suyos en combate, Aquí las cosas no pueden continuar como están, y la voz de Orrego diría lo mismo. Porque el rico cree que su riqueza es, y no es, mientras esa riqueza no sea compartida como Jesús mandó, no está dentro de la línea cristiana, como el joven rico que se le presenta Jesús y él le dice anda vende todo lo que tienes y regálale a los pobres y luego sígueme…Eso es revolucionario, suena a extremista, pero es cierto, más fácil pasa un camello por el hueco de una aguja que un rico al reino de los cielos. En esa Casa del Artista no solamente Orrego se refugió de épocas de persecución sino que del 56 (o sea 10 años después que yo lo conociera en Ascope) ahí llegaba ahí y se alojaba, ahí conocí a casi todos los del grupo Norte, a Haya, a Spelucín , a varios más…

Dentro de ese enfoque, ¿Qué podrían aprender los chicos de hoy de esta cultura tan manipulada tan manoseada? ¿Cómo podrían conocer a Antenor Orrego y aprender de él?

Leyendo sus obras, el hombre está ahí en sus obras, lo que he de Cristo sabemos está en los Santos evangelios, lo que de Ghandi sabemos es a través de sus escritos, de lo que luchó… ¡Ellos trasformaron el mundo! La India era un país pobre y esclavizado por la potencia bélica de entonces que es la Gran Bretaña como se tiene esclavizado al Perú ahora con el TLC y todo el mundo aplaude. ¿Por qué? Porque lo han oído en la televisión o lo han visto en el periódico, cuando esos son tratados tremendamente nocivos para los intereses peruanos pero nadie, ni los maestros, nos esmeramos en trasmitir a los alumnos esto que es más importante que dos mas dos son cuatro. Eso es lo que necesitamos, leer, y desafortunadamente la juventud no lee.

¿Era un hombre muy sencillo, cierto?

Antenor era muy humilde, de una humildad, de una dulzura muy grande, físicamente tenía unos ojos verdes-azulados, era sonrosadito y picado ligeramente por la viruela, un poco más alto que yo… Le hicimos un homenaje, las fotografías no lo pueden ocultar, le hicimos un homenaje acá en el año 59, el 8 de noviembre del 59 a todo dar, yo viajé a Lima para invitarlo, tuve la oportunidad de estar presente en su casa, con las dos, Liliana y Alicia…. Antenor era un sabio…


Entrevistas: Luis Eduardo García

¿Cuál cree que son los principales méritos de Antenor Orrego?

Creo que es el haber impulsado un pensamiento integracionista americano y un humanismo acorde con la realidad de nuestros países. También el detectar, desde su particular pensamiento, la trascendencia poética de César Vallejo, en quien reconoció autenticidad, peruanidad y, sobre todo, un manejo heterodoxo y creativo del lenguaje.

¿Qué podrían aprender nuestros jóvenes de hoy, del pensamiento y obra de Antenor Orrego?

Los jóvenes, si lo leen, por supuesto, aprenderían de su pensamiento y obra lo que he dicho antes, que no es poco. La condición previa, repito, es que lo lean, aunque deban buscar sus obras en bibliotecas públicas y privadas. Orrego pertenece a una generación brillante (La Bohemia de Trujillo o grupo Norte) que nos enseñó tres cosas: pensar el Perú, amar el Perú y espíritu creativo. Fue sin duda aprista, sin embargo su pensamientos es universal. Orrego es, después de Haya, el pensador más original del aprismo.
A comienzos del siglo XX hubo de parte de los intelectuales y artistas peruanos como un giro en la mirada que se dirigía a la realidad, de ahí que hayan proliferado movimientos como el indigenismo y la vanguardia en general. Orrego estuvo inmerso en este fenómeno.

Entrevistas: Carmen Ruiz Barrionuevo

Catedrática de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca, España, en exclusiva para Conexión Orrego.

¿Cuál considera que podrían ser los aspectos más trascendentales de la vasta obra de Antenor Orrego?

Si hay que destacar algunos aspectos fundamentales de la obra de Antenor Orrego (1892-1960) creo que estarían centrados en dos ámbitos: Su clarividencia respecto a la persona y la obra de César Vallejo, y su reflexión sobre su propia tierra peruana que supo trascender hasta la creación del concepto “pueblo-continente”.
Respecto al primero, supo verlo muy pronto cuando en 1914 reunió el Grupo de Trujillo y observó la trascendencia de la obra de Vallejo, su inmensa riqueza poética, su carácter inclasificable y su renovadora intencionalidad, por lo que acabaría convirtiéndose en símbolo espiritual de la nueva cultura americana. En el segundo caso, que está engarzado con el primero, Orrego con su sólida formación filosófica, dentro de un idealismo humanista, promueve su teoría abarcadora de la interpretación del continente cuyo vértice es indiscutiblemente peruano para avanzar en la defensa de la historia propia de todos los pueblos de América sin interferencias de sesgadas miradas europeas. La base de su pensamiento se fundamenta en los conceptos de independencia, libertad, democracia y justicia social, que son válidos tanto para su nación como para el ámbito continental, porque, aunque su teoría se arraiga en su propia tierra, no prescinde de la asimilación de la cultura de la vieja Europa, sino que piensa en una integración de esos valores que revertirán en el plasma vital de una nueva síntesis, que tendrá como resultado un “pueblo-continente” surgido en un horizonte de esperanza. Y como sujeto irreemplazable de su teoría propone un nuevo tipo de hombre americano, cuya base es el mestizaje enriquecedor. Todas son ideas que Antenor Orrego procesa en su libro de 1939, Pueblo-Continente. Ensayo para una interpretación de la América Latina y en otros variados títulos.

Es una pena que su obra no sea debidamente valorada en la actualidad…
Su obra, injustamente poco conocida, se va haciendo un lugar en el pensamiento hispanoamericano por su íntegra línea de actuación que le llevó a entender al escritor dentro de una responsable función social. Por eso su énfasis en la apelación --que puede tener algo de utopía-- a las juventudes de América en la búsqueda común del renacer de un nuevo continente, es básicamente un programa práctico y de planteamiento político como el que esa sociedad demandaba.

Entrevistas: Elmer Robles Ortiz

¿Cuál fue el papel que Antenor Orrego desempeñó en el Grupo Norte?

Orrego fue el mentor del grupo, el guía en los años 15 al 20, fue maestro de un grupo de intelectuales que en ese tiempo no desempeñaban un papel político sino eran estudiantes de sociología, etc. Y no estaban decididos a hacer política además no todos tenían esa vocación, algunos eran pintores, músicos, escritores, etc.

¿De dónde viene el nombre del grupo?

Cómo se le dio el nombre al grupo fue una gran pregunta; ellos al inicio no tenían un nombre definido y Parra del Riego decidió escribir un artículo sobre ellos poniéndole como título al artículo "La bohemia Trujillana" , pero Antenor Orrego se sintió ofendido con este nombre ya que ellos no se reunían para salir de parranda a tomar o celebrar sino que eran un grupo informal de aprendizaje, el objetivo de sus reuniones era intercambiar ideas sobre diferentes temas en los cuales sus profesores no podían ayudarles ya que muchos de los integrantes de Grupo Norte estaban por lo general mejor preparados que muchos de sus profesores (muchos hablaban francés e inglés) y pedían libros de fuera y discutían y debatían con sus catedráticos.Usualmente las reuniones eran en casa de José Eulogio Garrido o en Chan Chan, Huanchaco, Valle Chicama o también la casa de Daniel Hoyle que en ese tiempo era una casona llamada "Casa Hacienda" y ahora queda en Los Ficus detrás de la UPN. Después se les llamaría Grupo Norte.

¿A qué cree que se debe que no se le de un lugar preponderante a Orrego entre las figuras destacadas de nuestro tiempo?

Es un mal que padece el Perú, la ingratitud de la patria para con sus personajes aunque últimamente Orrego se está revalorando ya que con los concursos, publicaciones y demás, los jóvenes empiezan a tomar más interés.
Orrego les deja a los jóvenes una herencia, que sean creativos, originales y que no copiemos a Estados Unidos ni a Europa, que creemos algo nuestro, elaboremos nuestro propio pensamiento para enfrentar nuestros problemas. Antenor Orrego nos dice "Que su espíritu se temple como el acero" y eso es exactamente lo que debemos hacer.Para mí Antenor Orrego debería tener la misma importancia que Haya de La Torre, ni más ni menos, ya que ambos buscaron unir lo pueblos americanos tal como lo plasma en su libro pueblo continente (integración de indoamérica).

Entrevistas: Eduardo Quirós Sánchez

¿Qué le parece a Ud. lo más importante de Antenor Orrego?

Para eso, tenemos que vivirlo en cuatro dimensiones:
Como filósofo, usó gran parte de su tiempo para elaborar propuestas interesantes sobre la conducción política del país, pero no solo a nivel nacional, sino como parte de América, como lo hace en “Pueblo Continente” Tuvo influencia del pensamiento francés gracias a un Padre francés (creo que se apellidaba Lalambe) Aprendió el francés que le sirvió en el desarrollo de su filosofía y en lo cultural, ya que leyó obras y las tradujo al español. Su filosofía está vinculada a su trajinar político.

Como escritor fue un apasionado de la literatura, por eso se une al grupo Trujillo en 1914. En 1917 Garrido se separa de este grupo por ser una persona de edad, (ya que entre los miembros de una misma generación debe tener una misma edad). Este grupo no solo se preocupaba de la cuestión literaria, sino también de la cuestión social. En 1923 el Grupo Norte funda el diario NORTE, para publicar los artículos de los chicos de la Universidad Nacional. Vallejo, desde Europa envía artículos del Grupo Norte al diario Norte y a El Comercio. Orrego también es un crítico literario, él descubre a Vallejo y lo predijo como un gran escritor.

Como docente, Orrego trajo ideas muy renovadas de su destierro en el extranjero En 1918, en la ciudad de Córdova, Argentina se produjo un movimiento estudiantil universitario que plantearon una serie de propuestas que Orrego trajo a Perú y las impuso en la Universidad Nacional de Trujillo. Por ejemplo, Orrego propuso el “DERECHO DE TACHA”; es un derecho que tienen los estudiantes de pronunciarse contra un profesor que bien puede ser un docente inadecuado o que no tenga dominio sobre su especialización. También propuso la “CATEDRA PARALELA”; que estipula que hay muchos profesores para que el alumno se inscriba con el docente de su preferencia. Y también propuso el “PROFESOR A FULL-TIME (tiempo completo)”; Orrego pensaba que “un profesor por horas, es el que viene a buscar un cachuelo”, y además no se identifica con la institución en la que labora. Orrego propuso que los profesores trabajen un promedio de 40 horas en la Universidad para que así tengan la mayor disponibilidad posible para ayudar a sus alumnos. Además los profesores tenían más seguridad, y un sueldo aceptable. Orrego siempre pensó en la capacitación permanente. Dispuso que los 5 mejores estudiantes de las diferentes facultades fueran a Europa para capacitarse. Dichos estudiantes eran escogidos por sus mismos compañeros y que sean los más altos de su promoción y contaban con 200 dólares para sus estudios allá. Orrego tuvo un sueño grande, que vió en el extranjero: crear una ciudad universitaria, donde haya recreaciones, campos deportivos, comedor, alojamiento para los estudiantes y casa para los docentes. Orrego fue un gran Visionario.

Como persona, Orrego era ameno en su conversación, muy sencillo, amable en su trato, conversador, ocurrente, cariñoso, cortés, no trataba a los demás como una autoridad sin como iguales, no rea autoritario, Quiroz afirma que nunca lo vio fumar, era sano, de buenos principios, lúcido, claro y de opiniones severas.

Textos de Antenor Orrego

Textos: Discurso de Antenor Orrego a Estudiantes y Obreros de Trujillo

Camaradas:

Una vez más voy a articular ante vosotros mi humilde palabra. Cada día mi esperanza en vuestra grandiosa misión histórica se afinca con más fuertes, con más entrañadas estribaciones religiosas. El trabajador representa junto con el estudiante el elemento revelador, transformador y renovador del mundo. El obrero y el estudiante peruano - ¡oh dicha nuestra! -, no están desligados de esa vasta tragedia universal que a estas está consumándose en todas las latitudes de la tierra. Mientras el egoísmo nacionalista gesticula en los histrionismos de la violencia y de la fuerza, vosotros levantáis como bandera, turgiendo las bigornias de vuestros pechos, la más elevada, la más pura, la más heroica emoción de la justicia histórica.

Nunca podré olvidar el consuelo que me disteis en aquellos días trágicos de 1924, cuando la metralla perforó el pecho generoso de centenares de nuestros hermanos y cuando las cárceles y las persecuciones gravitaban sobre todos aquellos que teníamos hambre y sed de justicia. Entonces vi que nuestra raza amamantaba héroes, que nuestro pueblo expoliado y sufrido era capaz de parir un continente nuevo. Entonces, también, recogido en mí mismo, replegada mi fe, mi esperanza, mi corazón y mi cerebro, en uno de aquellos instantes divinos de luz en que el alma cargada de tragedia constata el dolor de la injusticia, juré consagrar toda mi vida, la significación entera de mi obra espiritual, al servicio del oprimido.

No sé si mis capacidades puedan consagrarse con eficacia a este sacerdocio, pero sé que desde entonces llevo una estrella en el alma que alumbra mis acciones; que mi vida y la vida total del mundo tiene un sentido más profundo, más noble y más generoso.

Hay una característica que nos revela el alto grado del hombre contemporáneo. Ésta característica es su clarividencia histórica. Jamás el hombre ha estado más sumergido en la vida global del mundo. Jamás ha sido de modo más intenso y más pleno la antena sensible del sincronismo histórico. Este sentido luminoso de los acontecimientos y del porvenir, este sentido de sus responsabilidades históricas es quizás el rasgo capital de su espíritu.

Pues bien, en nuestro país y en América, mientras las clases dominantes marchan como soterradas en el pasado, el obrero y el estudiante asumen la máxima contemporaneidad, la máxima conciencia histórica, de la íntima conciencia de la época.

Antes de terminar quiero que me acompañéis vosotros a rendir un homenaje al creador de estos centros populares, al propulsor de sus actividades primeras, aquel muchacho valeroso que apenas desprendido de los senos maternos ya tenía una amplia, una generosa, una noble, una aguda conciencia histórica. Ya sabéis que me refiero a Víctor Raúl Haya de La Torre.

Caso estupefaciente el de este mozo, por lo mismo que su individualidad de hoy es el resultado de una paciente, de una fatigosa, de una dolorosa depuración. Esto en su vida es un ejemplo de lo que puede una fuerte y una buena voluntad. Antes de librar la ruda batalla externa contra las tinieblas, él libró en sí mismo la trágica batalla contra sus propias tinieblas interiores. Antes de ser el conductor de los demás, él fue el conductor y el maestro de sí mismo. Entre la sensualidad y la voluptuosidad hedonística, por un lado, y el sacrificio, el don de sí mismo y sus responsabilidades, por otro, él supo elegir y alcanzar el camino más áspero. Optó por el amor antes que por la voluptuosidad, pero sabiendo con entera conciencia que el amor asume enteras responsabilidades.

Camaradas, yo he visto la eclosión y el crecimiento de esta alma exasperada de justicia. Yo he visto las siete caídas y he visto también las siete elevaciones angustiosas. Yo he visto los desgarros lacerantes, yo he visto los sudores sangrientos, y he visto chorrear el dolor de este corazón disputado por las fuerzas del mundo y por las fuerzas del espíritu. Alma cargada de humanidad hasta su fondo más íntimo, alma sedienta de ascensión que ha subido paso a paso el Calvario hasta arribar a las cimas de las claridades.

Figuraos lo que sufriría y sufre esta alma en un ambiente de egoísmo reptante, en un ambiente que rara vez vibró la entera, la desgarrada pasión de un hombre que se entrega a una fe. País de una cultura escéptica, irónica y desconfiada, que no cree en nada ni en nadie. Sin embargo, la pasión de Haya ha vencido; la pasión de Haya está creando una fe colectiva, capaz de reconstruir nuestra agónica nacionalidad. Éste es su mejor galardón.

Camaradas: os agradezco la benevolencia con que me habéis escuchado, con que me escucháis en todo tiempo. De todas las satisfacciones de mi vida intelectual las más bellas, las más puras, las más gratas a mi corazón serán siempre las que me habéis dado.

Firma de Antenor

Textos: El reflejo de los días

Portada de El Cumbe

EL REFLEJO DE LOS DÍAS
por Antenor Orrego Espinoza para la Revista “El Cumbe”, Órgano de la Asociación de Alumnos Cajamarquinos de la Universidad Nacional de Trujillo, 1948.

TRADICIÓN Y REVOLUCIÓN
Hay que distinguir siempre cuidadosamente, entre una tradición muerta, que es como la excrescencia del pasado, una suerte de tumefacción cancerosa sobre el tejido orgánico y sanguíneo del presente, una tradición viva, que es como la linfa amniótica que vivifica el presente y nutre el porvenir.

- La tradición viva es el cordón umbilical del hombre nuevo que lo retiene, con fuerza inexorable, prendido a la cápsula matriz del pasado en su aspecto que siempre es vigente y creativo.

- Gracias a ese nexo casi fisiológico es posible una continuidad vital, una experiencia histórica, una congruencia de lo realizado y cumplido ya con lo que deviene o está deviniendo.

- No se libra el hombre de su terrible hechizo arrancándolo violentamente, que sería condenarse a la muerte y a la dispersión, sino fecundándolo saturándolo de porvenir, fibra a fibra, para que su savia no se congele y siga la línea ascendente.

- Una revolución por más compulsiva que sea jamás aniquila esta parte viva de la tradición, sino que, al contrario, se alimenta de ella, se afirma en ella como en un trampolín para dar el salto creador.

- Lo que destruye la revolución son las barreras, las injusticias y los anquilosamientos de la tradición muerta que pretenden de obstruir la ascensión de la vida.

- El impulso vital nunca es superfluo. Por mezquina que sea una época histórica siempre deja sedimento vivo que conecta con la fluencia del presente y del porvenir.

- El sentido histórico no es otra cosa que esta congruencia, esta relación directa entre lo vivido y lo posible por vivir. No habría conciencia histórica, en su sentido más amplio, es decir, una conciencia que abrazara el pretérito y el porvenir, si no hubiese una experiencia positiva, un pasado histórico visible.

VIDA Y DOCENCIA
Toda vida humana es una docencia potencial, porque cada individualidad es el vehículo de una revelación. El espíritu universal solo se vierte a través de cada ser: éste es su vaso y su instrumento; su alfabeto, su cuerda y su lira. El espíritu busca lo concreto, como la mariposa busca la luz, porque solo en la carne y a través de la carne cumple integralmente su holocausto creativo. Sólo en ella y por ella puede decir su mensaje al mundo y a los hombres. Todo lo que no sea articulación de este mensaje es superfluo, es una desviación espuria y moral.
La libertad del hombre en su aspecto negativo consiste en que por su volunta puede apartarse de esa docencia y entonces se condena a la esterilidad. Libertad y destino no son términos antagónicos que se excluyen, porque el destino es la expresión más adecuada y precisa de la libertad, que sin él se convertiría en libertinaje y caos.
Libertad y destino son términos complementarios que se integran. Querer su destino, comprenderlo y cumplirlo es la armonía del ser, la serenidad, el equilibrio y la luz. La sabiduría es el descubrimiento de esta ecuación; es la aceptación alegre y si se quiere heroica de la misión que surge del estrato más profundo de nuestra individualidad.
Cada hombre es una docencia, porque es en si la organización de ciertas fuerzas vitales que lo hacen apto para descubrir, iluminar y cumplir una determinada responsabilidad nonata inédita y oscura del Cosmos. Cada vida es una especia de telescopio a través del cual los demás hombres escrutan y hacen accesibles ciertos puntos remotos o verdades lejanas, que para ser percibidos reclamaban instrumentos o vehículos apropiados. Todos los hombres, cada uno en su medida, somos los portadores de un evangelio o buena nueva.

LA RAZÓN DEGRADADA
La caída del hombre, si encierra un símbolo grandioso y trágico ne la vieja sabiduría de los pueblos, no es precisamente la caída de la carne por el apetito, ni la ambición de ser como Dios, ni haber encontrado el dolor, el trabajo o la muerte. La caída del hombre es la caída de su inteligencia; la prostitución o rebajamiento de su razón hasta convertirse en justificadora oficiosa o celestina de sus iniquidades y extravíos.
De este modo, la razón se ha desplazado de su función vital. De herramienta fina de la sabiduría, de instrumento de conocimiento y revelación, de vehículo del Universo y de la Vida se ha trocado en simple, vil intermediaria de nuestras apetencias inferiores y mezquinas.
Así, la inteligencia se convierte en vana sofistería abogadil, en estéril y frío dialectismo, en mera argucia racionalista.

REALIDAD E IRREALIDAD
No se puede tener un sentido agudo y perfecto de la realidad si no se conoce o no se concibe la irrealidad de cierto modo. Sucede esto, especialmente en el mundo de los valores. Nunca sabremos lo que es la justicia concreta, valor real, por excelencia, sino percibimos lo que es la justicia abstracta, que es un valor absolutamente irreal. Aquel que está sumido en el estanque, no conoce el estanque mismo porque nunca ha contrastado el agua con la tierra, ni siquiera a contrastado el agua estática con el agua móvil, vertiginosa y dinámica. El hombre, como ente racional, no conoce de otra manera sino oponiendo diferencias y no se reconoce a sí mismo sino comparándose con los otros.
El chauvinista frenético es el que menos conoce y ama a su patria, precisamente porque desconoce las otras patrias.
La conciencia racional del hombre no es otra cosa que una acumulación concertada y organizada de experiencias y la experiencia no es sino el contraste de las sensaciones, percepciones e impresiones que nos aportan los seres y cosas.
Sabemos lo que es realidad porque sabemos, también, lo que no es realidad. Realidad e irrealidad son términos correlativos. Replegarse en sí mismo es el peor camino para conocerse; es la filosofía del ombligo que se disputa el centro del mundo. La vida interior más rica es la de aquella alma que más proyecta fuera de sí que aquella que más se da, que aquella que más se enajena a los demás seres.
Hubo un símil literario, que fue también símbolo de un movimiento estético, que engendró tremendas monstruosidades: el de la “torre de marfil”, círculo impermeable y cerrado del egoísmo más frío. De allí nació ese preciosísimo castrado y onanista, maceración solitaria del yo, que se asqueaba del hombre de carne y hueso hasta el frenesí. Fue el misantropismo más sombrío elevado al rango de categoría estética.

Firma de Antenor

Textos: Prólogo de Antenor Orrego a la Primera Edición de Trilce, novela de César Vallejo, en 1922

Para entender a Vallejo
Antenor Orrego, Trujillo Setiembre de 1922.
Tomado de: http://umbral.perucultural.org.pe/textos/artic15_6.doc

I. Conocimiento
Bien quisiera yo, con harto y ubérrimo corazón, que estas palabras mías al frente del gran libro de César Vallejo, que marca una superación estética en la gesta mental de América, fueran nada más que lírico grito de amor, tenue vibración del torbellino musical que ha suscitado siempre en mí la vida y la obra de este hermano genial. Así debería ser, pero mi amor no puede eludir el conocimiento. Pienso que sólo quien comprende es el que con más veracidad ama, y que sólo quien ama es el que más entrañablemente comprende. Hay, pues, una mayor o menor veracidad en el amor, tanto o más que en el conocimiento que extrae para sí el máximum de comprensión que necesita para su amor.
Una áurea mañana el niño se llena de estupor ante el sutil juego dinámico, ante los gritos inarticulados de su muñeco. Su asombrada puerilidad toca por primera vez las puertas del misterio. Espera que el milagro que se produce en sí mismo, el milagro de la vida, le pueda ser revelado por esta criatura mecánica que tiene en sus manos. El futuro hombre esgrime sus nervios, su corazón, su cerebro y su valor para lanzarse en su primera aventura de conocimiento. ¿Por qué? gritan sus entrañas desde lo más ascendrado de su ser. Y este primer “por qué” rompe, con dolorida angustia, el desfile innumerable de “por qués” que signan los escalones vitales del hombre, hasta el último, el de la muerte. El niño decide destripar su muñeco. Lo destripa.
Tras de haber vaciado las entrañas de trapo y de aserrín, tras de haber examinado atentamente la arquitectura de su juguete, tras de haber apartado pieza por pieza todo el montaje interior, tras de haber eliminado todo lo puramente formal en busca de las esencias, el investigador se encuentra ante el primer cadáver de ilusión, ante el primer conocimiento. Un tenue alambrillo arrollado en espiral; he aquí dónde residía, íntegramente, el secreto de la maravilla dinámica del muñeco. Esto no es la vida; esto es una mixtificación de la vida.
El niño acaba de descubrir las técnicas, que a su vez, no son sino los instrumentos para expresar los estilos. El muñeco no es vida, pero puede ser un estilo de la vida.
He aquí, a mi juicio, la posición fundamental de César Vallejo con respecto a la poesía. Niño de prodigiosa virginidad busca el secreto de la vida en sí misma. Ha tenido sus muñecos en los cuales creía encontrar el principio primordial del gran arcano. Ha descubierto que las artes no son sino versiones parciales, versiones escuetas, estilizadas del Universo. Ha descubierto los estilos y los fundamentos para expresarlos: las técnicas.
César Vallejo está destripando los muñecos de la retórica. Los ha destripado ya.
El poeta quiere dar una versión más directa, más caliente y cercana de la vida. El poeta ha hecho pedazos todos los alambritos convencionales y mecánicos. Quiere encontrar otra técnica que le permita expresar con más veracidad y lealtad su estilo de la vida.
La América Latina creo yo no asistió jamás a un caso de tal virginidad poética. Es preciso ascender hasta Walt Whitman para sugerir, por comparación de actitudes vitales, la puerilidad genial del poeta peruano. De esta labor ya se encargará la crítica inteligente; si no hoy, mañana.

II Introspección estética
El poeta quisiera vencer la trágica limitación del hombre para verter a Dios. El poeta quisiera librarse del yugo de las técnicas para expresar el crudo temblor de la Naturaleza. Más aún, el poeta quisiera matar el estilo para traducir la desnuda y fluida presencia del ser. El poeta quisiera conocer sin estilo. Pero antes que poeta es hombre, y como hombre ama también su límite. Sabe que es éste condición inexorable de su expresión. Que el conocimiento al ser expresado mata un tanto el conocimiento. Pero quiere un límite lo menos límite posible. Pues si hay necesidad de un estilo y de una técnica, que sean lo menos estilo y lo menos técnica.
Es así como César Vallejo, por una genial y, tal vez, hasta ahora, inconsciente intuición, de lo que son en esencia las técnicas y los estilos, despoja su expresión poética de todo asomo de retórica, por lo menos, de lo que hasta aquí se ha entendido por retórica, para llegar a la sencilla prístina, a la pueril y edénica simplicidad del verbo. Las palabras en su boca no están agobiadas de tradición literaria, están preñadas de emoción vital, están preñadas de desnudo temblor. Sus palabras no han sido dichas, acaban de nacer. El poeta rompe a hablar, porque acaba de descubrir el verbo. Está ante la primera mañana de la Creación y apenas ha tenido tiempo de relacionar su lenguaje con el lenguaje de los hombres. Por eso es su decir tan personal, y como prescinde de los hombres para expresar al Hombre, su arte es ecuménico, es universal.
Los demás hombres vemos anatómicamente las cosas. Asistimos a la vida como estudiantes de medicina ante un anfiteatro. Nuestra labor es una labor de disección. Tenemos conocimiento de la pieza anatómica, pero no del todo vivo. Nuestro plano de perspectiva es tan inmediato que el árbol nos oculta al bosque. Vemos los órganos de la vida, separados, clasificados, abstraídos, pero no vemos el temblor vital que palpita en el conjunto. En una palabra, hacemos análisis del hombre, pero no síntesis del hombre.
La pupila de este poeta percibe el panorama humano. Reconstruye lo que en nosotros se encontraba disperso. Toma la pieza anatómica y lo encaja en su lugar funcional. Retrae hacia su origen la esencia del ser, bastante oscurecida, chafada, desvitalizada por su carga intelectual de tradición. De este modo llega su arte a expresar al hombre eterno y a la eternidad del hombre, pese a la ubicación local o nacional de su emoción. Su plano de perspectiva está colocado en tal punto que le permite tener la percepción, a la vez, del árbol y del bosque.
El poeta asume entonces su máximo rol de humanidad, lo que equivale a su más alto rol de expresión, lo que equivale, a su vez, a su máximo rol estético. El hombre solo expresándose se relaciona con el mundo, se conecta con los demás hombres y es por esta condición que alcanza su humanidad; y la estética es, a la postre, expresión. El ser absolutamente inexpresivo no existe, es un ente de pura abstracción. Si existiera sería la negación de toda facultad estética, de toda condición humana.
El poeta habla individualmente, particulariza el lenguaje, pero piensa, siente y ama universalmente. Así es como han procedido siempre los grandes creadores. Han renovado los lenguajes y las técnicas, pero han expresado el fondo común humano que es eterno. Nosotros procedemos a la inversa. Particularizamos, estrechamos, desvitalizamos nuestro corazón y nuestro pensamiento, en cambio hablamos, nos expresamos, nos servimos de técnicas que son universales y comunes. El creador vitaliza los lenguajes y las técnicas particularizándolas, nosotros particularizamos y estrechamos el corazón humano desvitalizándolo. Él hace síntesis constructiva, nosotros anatomía disgregadora. Nosotros desarticulamos para conocer, él conoce articulando. Él acerca y conecta eslabones, nosotros alejamos y dislocamos piezas. Él descubre y acopla identidades, nosotros acentuamos y separamos diferencias. Para nosotros entre ser y ser, entre forma y forma hay abismos; para él, entre ser y ser, entre forma y forma no hay sino continuidades. Nosotros percibimos los tabiques, él percibe las trayectorias. Él mira a la Naturaleza en su integridad, que es vida; nosotros miramos la Naturaleza en sus partes, que es muerte. Él percibe la vida trémula y agitada, en toda su vehemencia funcional, nosotros la percibimos como clasificación, es decir, como cadáver. Él mira al hombre en su destino, nosotros lo miramos en su anatomía y, a lo sumo, en su fisiología. Él se siente continente del hombre, nosotros nos sentimos contenidos del hombre. Él es cauce de humanidad, nosotros células o elementos de humanidad. Él dice: tú eres semejante a todos, nosotros decimos: tú eres distinto de todos. Nosotros aislamos al hombre del Universo, él le liga totalmente, le hace solidario. Nosotros particularizamos al mundo, él universaliza al hombre.

III. El vehículo musical
En toda expresión estética hay un quid divinum, un ritmo secreto de entrañada interioridad, un hálito latente que no está en la literalidad de la expresión, una ánima ingrávida y eternizada que no está en las partes sino en el conjunto, una aureola que no reside en la obra sino sobre o dentro de la obra, la cual no es sino la virtualidad musical de sugerencia. Las artes todas; pintura, escultura, poesía aspiran, en sus máximas altitudes, a la expresión musical. Los grandes creadores solo lo fueron a condición de haber llegado a la música de su arte y de su estilo.
Y es que la música es el elemento primario del Universo. Es la expresión en que la forma se desmaterializa casi totalmente. Se ha despojado de toda su carga fisiológica para intentar una traducción más cercana y directa del corazón del hombre y del corazón del mundo. Es la máxima potencia de estilización del Universo, tanto, que a veces una sola nota que vibra nos abre inmensas perspectivas de conocimiento y de emoción vitales. Las mayores intuiciones, aquellas que colonizan para la conciencia extensas zonas de pensamiento, nos asaltan como meros motivos melódicos, que el cerebro se encarga, después, de ordenarlas, de explicarles y de hacerlas carne de verbo. Cuando las artes y los artistas han vencido los planos inferiores de expresión llegan a un punto de intersección o de convergencia, a un punto de abrazo, que es el ritmo. Allí se sienten semejantes; más, se sienten unos. Es el lazo de relación para todas las conciencias, posiblemente aún hasta para la materia yerta que nos parece sumida en un sueño de eternidad.
Una misma sugerencia vital al ser expresada por un escultor, por un pintor, por un pensador, por un poeta, a pesar de los diversos caminos, de los diversos instrumentos que emplean y de las diversas formas en que se concreta, alcanza un ritmo único que traduce, a la postre, la misma esencia. Esto nos explica por qué un pensamiento, una acción, un cuadro, una escultura, se nos presentan a veces con el mismo aire familiar, como si procedieran del mismo punto generativo. Esto no es sino la latencia o presencia rítmica que mora en la entraña de cada ser y de cada cosa y que constituye el ánima mater de la ecuménica y secreta trabazón del Mundo.
Pues bien, este ritmo no lo crea el artista, es una cosa dada ya, que solo reclama ser descubierta. He aquí la más grande función del artista: descubrir el ritmo, y por medio de su arte, expresarlo. El artista no es sino un simple vehículo o conductor. Este es el único sentido de la palabra creación. Los ritmos de las cosas están esperando, desde toda eternidad, un revelador. Darío dijo, si mal no recuerdo, que cada cosa está aguardando su instante de infinito. Este instante no es sino aquel en que el artista descubre el ritmo de cada cosa o de cada ser, que, al mismo tiempo que lo relaciona con el Universo, también lo determina.
Y es tiempo de que volvamos los ojos al poeta de “Trilce”. ¡Cuántos “instantes de infinito” descubiertos y colonizados ya para el espíritu humano, han establecido su morada en el libro maravilloso llamando ojos, nervios, cerebros y corazones para que descubran a su vez, lo que el poeta descubrió! ¡Cuántas trémulas palpitaciones de las cosas recogidas allí para que el corazón del hombre se conozca más, se descubra más y ame más! ¡Cuánta música que dormía su sueño de eternidad, que viene a henchir de ritmo nuestra alegría y nuestro dolor de conocimiento...!
El poeta ha descubierto de nuevo la eternidad del hombre; ha descubierto los valores primigenios del alma humana que son por esto mismo, los valores primigenios de la vida, elevándolos a una extraordinaria altura metafísica. En el habla española, solamente Darío alcanzó, en algunos instantes, en los mejores, este vuelo en que el ala a fuerza de ascender se desdibuja y se esfuma para la pupila humana. Son los próceres Himalayas del espíritu en que el pensamiento es metafísica, y la metafísica es trance emotivo, y el trance emotivo es ritmo.
El poeta llega a estas regiones enteramente desnudo. Desnudo de convención y de artificio. La veste retórica, el paramento literario, como humilde trapillo de indigente, yace abandonado y desgarrado, y el varón edénico presenta su carne a los besos de la luz, a los hálitos de la noche, al temblor de las estrellas...
Y tú también, lector, vas a presentarte desnudo, abandonando tu trapillo literario, para llegar al poeta. Si sabes algo, has como si no supieras nada; la virginidad emotiva y rítmica de “Trilce” niégase a ser poseída por el presuntuoso ensoberbecimiento del que “todo lo sabe”, quiere carne pura que no esté maculada de malicia. No vayas a juzgar; anda a amar, anda a temblar.

IV. La vida circunstancial del hombre
Por el tiempo en que el poeta rompe a decir sus primeros ritmos, en oscura ciudad de América, en Trujillo, aldea agraria y de universitarias presunciones, de vida sosegada y mansa, como sus verdes y estáticos cañaverales, nace la acendrada fraternidad, que nunca hubo de declinar, entre el que estas palabras escribe y el mágico creador de “Trilce”. Era él un humilde estudiante serrano, con modestas ansias de doctorarse, como tantos pobres indios que engulle despiadadamente, la Universidad. Recuerdo aquel día, vívido y florecido aun en mi corazón, en que el azar me trajo a las manos “Aldeana”, pequeño poemita rural, de deleitoso ambiente cerril y campesino. Fue el “sésamo ábrete” que me franqueó la abismática riqueza del artista. Mi admiración y mi amor rindiéronse genuflexos ante el indio maravilloso. Comenzaba a forjarse, a yunque cordial y a puro martillo de vida, “Los Heraldos Negros”.
En torno a una mesa de café o de restorán, previo un ansioso inquirimiento, casi siempre infructuoso por nuestros magros bolsillos de estudiantes, para allegar los dineros con que habíamos de pagar el viático y el vino, reuníamos José Eulogio Garrido, aristo-fánico y buenamente incisivo; Macedonio de la Torre, de múltiples y superiores facultades artísticas, perpetuamente distraído y pueril; Alcides Spelucín, uncioso y serio como un sacerdote; César A. Vallejo, de enjuto, bronceado y enérgico pergeño, con sus dichos y hechos de inverosímil puerilidad; Juan Espejo, niño balbuceante y tímido aún; Oscar Imaña, colmado de bondad cordial y susceptible exageradamente a las burlas y pullas de los otros; Federico Esquerre, bonachón manso, irónico, con la risa a flor de labio; Eloy Espinosa, a quien llamábamos “el Benjamín”, con su desorbitada y ruidosa alegría de vivir; Leoncio Muñoz, de generoso y férvido sentido admirativo; Víctor Raúl Haya de la Torre, en quien se apuntaban ya sus excepcionales facultades oratorias; y dos o tres años después, Juan Sotero, de criolla y aguda perspicacia irónica; Francisco Sandoval dueño de pávidos y embrujados poderes mediumínicos; Alfonso Sánchez Urteaga, pintor de gran fuerza, demasiado mozo, que tenía pegado aún a los labios el dulzor de los senos maternos, y algu nos otros muchachos de fresco corazón y encendida fantasía. Este ha sido y este es el hogar espiritual del poeta.
Otro día, el ágape fraterno solíase consumar, a base de cabrito y chicha, ante el sedante paisaje de Mansiche y en la huma de vivienda de algún indio. Frescas mozas de ojos ingenuos y de formas elásticas presentábannos las criollas viandas. Se llamaban Huamanchumo, Piminchumo, Anhuaman, Ñique. Servidos éramos por auténticas princesas de la más clara y legítima estirpe chimú, descendientes directos de los poderosos y magníficos curacas de Chanchán.
La playa de Huamán solitaria y solemne, de olas voraces y traidoras, solía también ser el escenario de estas líricas y férvidas juntas moceriles. Recitábanse allí a Darío, Nervo, Walt Whitman, Verlaine, Paul Fort, Saiman, Materlinck y tantos otros que poblaban de aladas y melódicas palabras la sonoridad inarticulada del mar, que abría a nuestra fantasía viajera sus “caminos innumerables”.
Rondas nocturnas, pensativas y de encendida cordialidad, unas; gárrulas y alborotadas, otras. Más de una vez la algarada juvenil turbó el sueño tranquilo de la vieja ciudad provinciana. Con frecuencia los amaneceres sorpren-díannos en estos trajines que tenían un adulzorado sabor romántico, apagando como de un soplo, la feérica fogata de nuestros ensueños.
La despreocupada irreverencia moceril que no se curaba de eminencias universitarias, ni de las consagradas y oficiales sabidurías de pupitre, tuvo que provocar, como provocó, una tensa hostilidad ambiente. La docta suficiencia de catedráticos aldeanos cuya curiosidad mental se alimentaba, o mejor, se había alimentado hacía treinta años, con las novelas de Pérez Escrich, Julio Verne y Alejandro Dumas, se irritó con las audacias y las zumbas de los mozos. El poeta de “Los Heraldos Negros” y de “Trilce” fue la víctima propiciatoria de los más ineptos e ineficaces ataques que no estaban desprovistos de cierta senil malignidad. Un buen señor que no sé si ha muerto ya y que si mal no recuerdo, se apellidaba Pacheco, digno émulo del de Quiroz, se hizo el instrumento pasivo de los otros, que no se atrevían a presentar batalla a cara descubierta. Así comenzó una heroica lucha que algunos años más tarde debía rendir tan pródigos frutos para la cultura y elevación mental de Trujillo.
Por este tiempo, conocimos un grupo de muchachas que nos brindaron gentil acogida. Las llamábamos con cierta intención, entre benévola y humorística, con nombre alegóricos o de la antigüedad clásica; ”Mirtho” era la del poeta. Una noche, mientras tomábamos un restaurador chocolate, los celos pusieron en manos del enamorado cantor un Smith &. Wesson con el cual se proponía vengar el sentimental agravio. No pocos esfuerzos nos costó disuadirle de la medioeval y caballeresca empresa. Al día siguiente partió a Lima.
Llegaron horas negras. El poeta pensaba, por entonces, salir al extranjero. Tenía ya su viaje preparado, pero antes quiso, por última vez, visitar el pequeño pueblo donde había nacido, sentir el tibio y sedante abrazo de su hogar, en el cual no estaba ya la buena madre viejecita que, tantas mañanas y tantas tardes, esperó que los altos cerros cuyas faldas subrayó, al alejarse, la inquieta sombra del hijo, se lo devolvieron de nuevo. El hijo vino cuando los senos maternos eran ya ausencia definitiva. Quien conozca el sórdido ambiente espiritual de los poblachos serranos en el Perú, se dará cuenta cabal de la maraña tinterillesca y lugareña en que cayó la ingenuidad del poeta. El claro varón que había nacido con los mayores dones de sensibilidad y de pureza ética, que era simple y bondadoso, como un niño, fue acusado de los más turbios crímenes. Abogado hubo que sostuvo ante el Tribunal la acusación de ladrón, de incendiario y hasta de homicida. Hubo otro, éste, camarada de estudios universitarios, que se presentó a fraguar la más inicua instrucción curialesca. Así se vengaba del genio la mediocre ineptitud abogadil. No quiero nombrar aquí a estos dos desdichados por no cubrirlos de ignominia. La generosidad del poeta también les ha perdonado ya.
Mientras la justicia ventilaba la causa, el acusado, con mandamiento de prisión, vivió los días más angustiosos y ásperos. Días de alarido interior y de bruno agravio. Tenía yo una minúscula casita de campo donde fue a refugiarse el perseguido. Largas noches de insomne pesadilla ante el paisaje estático y fúnebre, ante los encelados rumores del campo y ante los pávidos ojos de la noche muerta que eternizaba nuestra desesperanza. Hubo, sin embargo, hora dulcificadas, las más de las veces, por la presencia fraternal de algunos de los muchachos que he nombrado antes y que iban a visitarnos.
Después de dos meses, el poeta comenzó a sentir temores de ser sorprendido y resolvióse a salir a otro lugar que ofrecía, al parecer, mayor seguridad. No fue como esperaba, por que al día siguiente cayó en manos de sus jueces que le condujeron a la cárcel.
La juventud intelectual de Trujillo y la prensa estallaron entonces en airado grito de protesta, iniciando una enérgica campaña de rehabilitación. Siguieron, luego, los artistas e intelectuales a Arequipa y Lima y la prensa de Chiclayo. El suceso tuvo dolorosa repercusión en todo el país. Aquí debo mencionar a un inteligente abogado, admirador del poeta, que se prestó, generosamente, a hacer la defensa, hombre valeroso y de gran corazón, el doctor Carlos C. Godoy.
Seis meses fueron de brava lucha, contra la morosidad y el rutinarismo de los organismos judiciales. Aquella hermandad de muchachos que parecía cosa frívola y epidémica a los ojos fenicios, se irguió prepotente y bizarra contra la insidia, contra la calumnia y la difamación, contra el engranaje gastado y acuchillante de la justicia. Esta vez el acometimiento juvenil venció la modorra del Código, ante el pasmo y a pesar de los oficiantes mismos de la ley. Este hecho blasonó a Trujillo por sobre todos los pseudos blasones que suele ostentar.
El poeta, durante el tiempo que duró su prisión, mantúvose en tal dignidad y varonía que impuso respeto a todos. No imploró justicia reptando por los estrados judiciales, sí que la pidió y la exigió, verticalmente, como un hombre. Y al fin, la rehabilitación se produjo, plenaria, íntegra, absoluta.
En este oscuro periodo de dicterio del poeta crecióse superando su potencialidad creadora. Allí se astillaron, con sangre de su sangre, los mejores versos de “Trilce”. Donaba ritmos y mercaba agravios. Que América y la posteridad tengan en cuenta las ciciliadas lonjas cordiales que vale este libro.
Y ahora, el público que me permita retraerme para hablar en voz baja la palabra final, para secretear ternuras al hermano:
“Canta tus ritmos divinos, querido; cántalos siempre para que se abracen y se glicen como lianas a mis pensamientos; para que mis lágrimas, y mis alegrías y los más escondidos secretos de mi corazón, cuando busquen palabras para incorporarse, encuentren las tuyas, frescas edénicas y vivas; canta tus ritmos para que en la hora en que me suma en el mar de sombra y de callado imperio, me alargues tu mano musical, hermano...

Firma de Antenor

Antenor Toons

Biografía animada

Curiosidades

LOS ZAPATOS COMPARTIDOS

Era tal la privación en la que vivían algunos de los intelectuales del grupo Norte, como César Vallejo y Antenor Orrego, que en una época tenían que turnarse el uso del único par de zapatos que poseían, y que ya eran de uso colectivo, y debían salir por turnos a la calle, para poder ir calzados, pero nunca disminuyó por eso su dignidad ni su estatura intelectual (Anécdota comentada por Teodoro Ribero Ayllón).

EL VIAJE DE VALLEJO A PARÍS

Existen dos versiones sobre el financiamiento del viaje de César Vallejo a París: Una, citada por Luis Alberto Sánchez, indica que fue Julio Gálvez quien, en marzo de 1923, al conocer que le correspondía recibir una herencia familiar, compró un boleto de primera clase para viajar a Europa, que luego cambió por dos de tercera, a fin de viajar con César Vallejo, ya que conocía el riesgo que su amigo corría al quedarse en el Perú. Y dice: “Él dividió el pasaje de primera a Europa que le obsequiaron sus parientes al declararse la herencia paterna, con Vallejo, de lo que resultaron dos pasajes de tercera y un hambre de primera”.
Sin embargo, parece ser este hecho no fue iniciativa del afortunado heredero, sino obra de la silenciosa generosidad de Antenor Orrego quien, invitado por su sobrino, Julio Gálvez Orrego, a viajar con él a París en virtud a la herencia recibida, ve como prioritario ceder el privilegiado lugar a su amigo, declinando la invitación y rogándole a su vez a su sobrino que acepte ceder su sitio a César Vallejo, quien venía siendo injustamente perseguido por la ley y cruelmente repudiado por los críticos (Fuentes: Eduardo González Viaña, Teodoro Rivero Ayllón).



ANTENOR ORREGO BAZÁN


En la publicación de Luís Alberto Sánchez , La Literatura Peruana derrotero para una historia cultural del Perú, IV Edición y definitiva, tomo IV, página 1344, por alguna razón hubo un error y el renombrado historiador, político y literato, consigna el nombre del Amauta como ANTENOR OREGO BAZÁN.


UN INGRESO ANULADO


Años atrás existía un mecanismo por el cual los postulantes a la universidad solo podían presentarse a una Escuela Menor por año, ya sea la de Trujillo, Arequipa o Cuzco (no podían postular a dos el mismo año). Una vez, cuando llegaron a Trujillo las listas de la Escuela de Arequipa, notaron que un postulante de apellido Orrego Spelucín había postulado ya en la de Arequipa y se presentaba a Trujillo. Era el hijo de Antenor, y cuando su padre fue informado de ello, Orrego mandó que le anularan la matrícula por haber incumplido con la normativa (Anécdota comentada por el Prof. Eduardo Quiroz Sánchez).

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