julio 03, 2006

Bíografía

Cuando pensamos en hacer la biografía de un personaje destacado solemos remitirnos a los principales hechos de vida, picos resaltantes en su obrar, así como consignar una lista de fechas y acontecimientos que reúnen el actuar de un individuo a lo largo de su existencia, breve o larga.Con Antenor Orrego el asunto se presenta muy distinto. Por encima de las fechas y los títulos de sus libros o los hechos de su vida, trasciende la imagen de una persona totalmente diferente, un hombre muy especial, que como un predilecto de la historia hubiera surgido para darnos un ejemplo que no se despinte con los años ni con el cambio de los tiempos.La integridad de su vida, guiada siempre por los más altos valores, y la forma desinteresada como dio todo de si por su gente y su país, nos muestra un caso muy especial de prohombre y nos marca con el sello de su pensamiento, siempre limpio, siempre claro, siempre viendo más allá que los demás.ORÍGENESNace Antenor en 1892, en un lugar muy particular de nuestro país: la Hacienda Montán, en Cajamarca, donde 10 años antes el General Iglesias emitiera el célebre Manifiesto de Montán, buscando la paz, aún con cesiones territoriales, tras los sangrientos episodios de la invasión chilena. La Historia pareciera abrir sus brazos para recibirlo. Tras la mudanza de su familia a la ciudad de Trujillo, Antenor deja la sierra por la costa e inicia estudios en el Seminario de San Carlos y San Marcelo, donde tendría especial apego por las clases de Filosofía e Historia, que posiblemente despertaron en él las primeras ansias de escudriñar el espíritu humano y encontrar en ello una solución a los problemas que aquejan a la sociedad.Con ansias de saber incontenibles ingresa a la Universidad de la Libertad, como se llamaba en aquel tiempo a la institución fundada por Bolívar y Faustino Sánchez Carrión, para estudiar Letras, Jurisprudencia, Ciencias Políticas y Administración. Su especial inteligencia, su deseo de justicia y su noble espíritu, lo haría merecedor de la presidencia del Centro Federado de Estudiantes de Trujillo.Es en esos años, alrededor de 1915, que comienza a dar señales de vida una especie de hermandad que luego se conocería como el “Grupo Norte”, del que, con la paternal influencia de Orrego, no por edad cuanto por carácter y sabiduría, surgieron las figuras de César Vallejo, Agustín y Víctor Raúl Haya de la Torre, Juan Espejo, Alcides Spelucín, Oscar Imaña, Eloy Espinoza, Francisco Xandoval, José Eulogio Garrido, Federico Esquerre, Macedonio de la Torre y Ciro Alegría. Si bien los unía el aprecio por la literatura, el interés por los acontecimientos nacionales y mundiales, así como el anhelo de justicia para el pueblo, sería Orrego el que daría un sello imborrable a la agrupación y a la vida de todos sus integrantes, una huella que se quedaría con cada uno de ellos para siempre.Llevando su preocupación a la acción, Antenor participa en movilizaciones de los trabajadores de las haciendas azucareras norteñas, que sufrían inhumanas condiciones de trabajo. Su preocupación por los trabajadores sería una constante en su vida a la que jamás renunciaría.DESDE MUY JOVEN LUCHÓ POR SUS IDEALESInquieto por adquirir una mayor formación, en 1917 Antenor viaja a Lima para seguir estudios de Filosofía en la Universidad Mayor de San Marcos, que culminaría en 1927.En 1918 publica asiduamente en revistas y periódicos, especialmente en el diario La Reforma, como también en "La Libertad" y "El Norte", difundiendo sus ideas progresistas y justicieras, y apoyando la causa de los trabajadores de las haciendas azucareras, entre ellas Chicama y Santa Catalina, lo que le valdría persecución y cárcel.Pero, lejos de ser sólo un joven con afanes revolucionarios, Antenor Orrego ha venido estructurando un pensamiento fino y profundo, que revela su interés y su capacidad de reflexión y análisis, en dos aspectos esenciales: el filosófico (desde donde estudia lo que corresponde a los ámbitos políticos y sociales), y el literario, aunque nunca produjera textos que pudieran considerarse propiamente literarios, prefiriendo el ensayo, para la amplia y profunda exposición de sus ideas. En ese sentido, y con el objetivo de disertar sobre nuestro devenir social, sobre las estructuras que deben ser sustituidas y los ideales que deben guiar ese proceso que las grandes mayorías, y la justicia de su causa, reclamaba, y como inicio de una trascendental actividad ensayística, publica su primer libro: “Notas Marginales” en 1922. También en ese año prologa, de forma magistral y premonitoria, la obra de César Vallejo, “Trilce”, brindándole no sólo su apoyo moral y su respaldo, al joven poeta, sino la certeza de que su calidad literaria era innegable y contundente.
En 1923, un hecho aparentemente fortuito cambiaría, por la decisiva intervención de Antenor, la vida de los involucrados, dejando sentir sus consecuencias en toda la historia literaria de Hispanoamérica. Inesperadamente, Antenor recibe la invitación de su sobrino, Julio Gálvez Orrego, para viajar a la Ciudad Luz, París, lo que había sido uno de sus más caros anhelos, pero, con la generosidad y desprendimiento en él habituales, desiste de su deseo para ceder su lugar a su entrañable amigo, César Vallejo, lo que marcaría por siempre sus vidas, no sólo por la distancia física que nunca volvieron a superar, sino porque así contribuyó Orrego a que Vallejo desarrollara plenamente su vena poética en Europa, mientras la permanencia del fiel amigo lo sometería a sucesivos encarcelamientos que no le dieron mayor tregua a lo largo de los años.ANTENOR FILÓSOFO, POLÍTICO, ESCRITOR, MAESTRO.
Paralelamente, gracias en gran parte a su espíritu libertario y su iluminación continua, se inician los primeros movimientos de lo que sería la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), liderada por Víctor Raúl Haya de La Torre, movimiento en el que formaría el primer Comité Aprista del país, antes que el de Lima, siendo el primer Secretario General Regional del APRA en el Norte en 1930, pese a que Haya, en 1924, había hecho una primera fundación en la Universidad de México, como organización política de la lucha antiimperialista por la Justicia Social y la integración de los pueblos de Indoamérica.En esos años se suceden épocas de lucha, persecuciones, prisión que sufre estoicamente por defender sus ideas y los derechos de los trabajadores, lo que fue siempre una de sus preocupaciones irrenunciables, sin por ello dejar de producir artículos e incluso libros, como es el caso de “Monólogo Eterno”, obra de gran visión en la cual se adelanta con mucho a su tiempo y esboza la labor de un maestro como un formador que debe promover que el alumno desarrolle todo su potencial, sin imponerle un estilo o marco predefinidos.En 1931 se le designa representante de la región de Norte en la Junta de Gobierno de David Samanez Ocampo y, después de más encarcelamientos, en 1939 publica la que es considerada por muchos su obra máxima: "Pueblo Continente", obra en la que Orrego, tal como lo hiciera Bolívar en su tiempo, proclama la necesidad de la unión latinoamericana como vía suprema de consolidación y desarrollo, y que dedica, con gran sensibilidad y emoción, a su amigo y discípulo, Manuel Arévalo, quien en la clandestinidad había mecanografiado todo el original de la obra, y que había sido asesinado poco antes para que delate la ubicación de Haya y de Orrego, lo que no sucedió.Después de años de convulsionada actividad política, cuando el aprismo supera la persecución y los años de la sangrienta revolución, vendría una relativa tranquilidad y, luego de recibir un doctorado Honoris Causa de la Universidad de La Libertad en 1946, es nombrado Rector de esa casa de estudios, labor que desarrollaría hasta 1948, dejando entre otras obras la gestión iniciada para la edificación de la ciudad universitaria, gracias a la donación de 40 hectáreas de terreno de Don Vicente G. de Orbegoso y Moncada, y la fundación de la facultad de Medicina, que tanto prestigio le ha dado a dicho centro de estudios. Casi paralelamente, es elegido Senador de la República por la Libertad en 1947, donde llevaría adelante importantes iniciativas legislativas en beneficio de los trabajadores y los maestros.

La muerte alcanza a quien sería considerado “El Amauta Indoamericano” el 17 de julio de 1960, privando al país de un pensador excepcional, de moral intachable y un espíritu servicial y desprendido como pocos se han visto y difícilmente se volverá a ver. Póstumamente se publicarán sus obras: “Discriminaciones", en 1965, "Hacia un humanismo americano" en 1966, y en 1989 "Mi encuentro con César Vallejo". Luego se editan las “Obras Completas” (en cinco tomos, en 1995), y en el 2004 el Congreso de la República publica, gracias al trabajo de recopilación y selección de Eugenio Chang, el libro “Antenor Orrego. Modernidad y Culturas Americanas. Páginas Escogidas”.

EPÍLOGO
Hoy a los jóvenes, tan desprovistos de modelos ejemplares y sin un norte al cual mirar en una sociedad llena de corrupción en todas las esferas, sólo nos queda acercarnos al manantial del pensamiento de Antenor Orrego y, a través de la lectura de sus textos, tomar contacto con el gran hombre que fue, entender sus más altos ideales, y aprendiendo de él, tratar de ser mejores ciudadanos, más solidarios, más justos, más comprometidos, y contribuir desde esa perspectiva a construir un mejor Perú.